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¿De dónde procede la sal negra del Himalaya?
Esta sal volcánica, al igual que la ya conocidísima sal rosa del Himalaya, procede de las minas de Khewra (Pakistán) y es muy popular tanto en su país de origen, como en la vecina India. En estas regiones suelen degustarla con la fruta, aunque este cóctel no gusta demasiado a los paladares occidentales.
¿Y por qué huele y sabe a huevo frito? Pues la respuesta la encontramos en el sulfuro de hidrógeno. Este elemento es el duende travieso que hace posible este sabor tan peculiar. Lo cierto es que, al margen de su peculiar gusto a huevo frito, es un producto que no hay que perderse, pues nos aporta hierro, azufre o magnesio, entre otros nutrientes. Sin embargo, una de sus mayores ventajas es que no contiene tanto sodio como las sales convencionales y, por lo tanto, se convierte en la mejor opción para las personas hipertensas.
Mil y un beneficios
Este producto, también llamado Kala Namak, black salt, Sulemani Namak o Kala loon, es una sal mineral de roca no refinada a la que se han atribuido infinidad de beneficios. Repasamos a continuación algunos de ellos de manera rápida, sin ánimo de ser exhaustivos, (pues no nos da el post para tan virtud):
Se considera un laxante natural. Pero parece que hay mucho más, pues todo nuestro aparato digestivo sale ganando con esa sal: ayuda a combatir las flatulencias, mejora las digestiones, el ardor de estómago y alivia la hinchazón abdominal.
También es muy apta para los deportistas dado que la elevada presencia de magnesio previene los calambres y espasmos musculares.
Regula el nivel de azúcar en la sangre.
Al ser baja en sodio, reduce la tensión.
Previene la retención de líquidos que muchas personas padecen por un exceso de sal (de la normal) en su alimentación.
Hay quienes le han dado una vuelta de tuerca a la sal negra pues también presenta unas excelentes aptitudes para la cosmética. Así, la hora del baño puede convertirse en el mejor momento para disfrutar de las bondades de la sal negra del Himalaya sobre tu piel. De hecho, funciona muy bien en caso de pies agrietados e hinchados, pie de atleta, verrugas e incluso esguinces.
Dicho todo esto, ¿cómo nos la comemos? No hay que ser grandes virtuosos o virtuosas de la cocina para degustar esta sal: unas patatas fritas aderezadas con sal negra, un puré, una ensalada de pasta o simplemente unas rebanadas de pan tostado con aceite de oliva y sal sirven para disfrutar del huevo que se paladea pero que no se ve. En definitiva, en el mundo de posibilidades culinarias que te ofrece la sal negra del Himalaya ¡no se pone el sol!
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