Por esa razón, queremos en este post dar unas indicaciones esenciales para obtener el máximo provecho de las propiedades del azafrán español:


1. Tostar el azafrán. El primer paso es tostar el azafrán. Según el método tradicional, el azafrán se tuesta envolviendo las hebras en un papel fino formando una especie de sobre y colocándolo sobre la tapadera de una cacerola puesta al fuego para que tome calor durante unos segundos. Este método es natural y muy efectivo.

Otra forma es tostar las hebras de azafrán es introducirlo durante unos 15 segundos en el microondas, hasta que queden quebradizas, tan eficaz como la anterior, pero menos “romántica”.

2. Picar el azafrán. Una vez tenemos el azafrán tostado lo que debemos hacer es picarlo y trocearlo. Trituramos las hebras presionando el papel o machacando su contenido en un mortero. Si se quiere, al mortero se le puede añadir la sal que se va a echar al guiso, y lo picamos junto con el azafrán.

3. Mezclar con el caldo o salsa. Una vez triturado con o sin sal, echamos el azafrán en la olla o la sartén, según el plato que estemos cocinando.

El tinte del azafrán, así como el sabor, lo dan cada una de las extremidades de la hebra. Si conseguimos triturar en muchos trocitos las hebras de azafrán, más puntos de tinte y sabor tendremos, y sacaremos el máximo partido a la especie más cara del mundo.

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